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¿La historia es aburrida?

Podeis hablar de cualquier tema excepto de Cine que tiene su foro aparte y abrir libremente hilos de deportes, noticias interesantes, etcétera, siempre respetando las opiniones de los demás y procurando ser amable con todos.
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Re: ¿La historia es aburrida?

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La guerra de los bigotes, 300 años de guerra por una barba

Todas las guerras empiezan por un capricho, en este caso fue por una barba.

Los protagonistas de la guerra fueron Leonor de Aquitania, hija de un duque francés, quien se casó con Luis VII, el cual llegó a ser rey de Francia. Las posesiones territoriales de Leonor eran mayores que las posesiones del propio Rey.

“La guerra de los bigotes” (Whiskers War), acontecida durante la edad media y de la cual hay dos versiones.

La primera dice que al regresar de las cruzadas, Luis VII se confesó y tenía remordimientos por haber asesinado a tanta gente durante esa guerra. En penitencia, tiene que cortarse la barba y el bigote. A su regreso, a la reina Leonor no le gusta el aspecto de su marido y le pide que se deje crecer nuevamente la barba y bigote, a lo que Luis VII se niega. Ante eso, Leonor pide la anulación del matrimonio.

La otra versión es al contrario. Al regreso de las cruzadas, Luis VII muestra orgullosamente su barba y bigotes crecidos durante el paso del tiempo. El nuevo look del rey no le agrada a la reina y pelean por ello, llegando a la anulación del matrimonio.

Resulta que después del divorcio, Leonor de 30 años se casa a un joven inglés llamado Enrique, quien ya gobernaba Normandía y que llegó a ser el Rey Enrique II de Inglaterra. La unión de las posesiones de Enrique II y Leonor de Aquitania llegaron a ser mayor que la del Rey de Francia, y comienza una disputa por los territorios que tenía Inglaterra en Francia. Estas disputas continuaron durante casi 300 años, y terminaron al firmarse la paz después de la guerra de los 100 años en 1453.
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Re: ¿La historia es aburrida?

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Los más buscados del nazismo


Aloïs Brunner, brazo derecho de Adolf Eichmann, encargado de la "solución final al problema judío". Responsable de haber mandado a más de 100.000 judíos a los campos de exterminio. Nació en 1912. Fue condenado en rebeldía en Francia a cadena perpetua.

Aribert Heim, el 'médico de la muerte', torturó y asesinó a centenares de detenidos, principalmente judíos, en el campo de concentración de Mauthausen (Austria). Podría haber muerto aunque no hay constancia de ello.

John Demjanjuk, ucraniano refugiado en Estados Unidos tras la guerra, fue complice en el asesinato de 29.000 judíos en el campo de Sobibor.

Sandor Kepiro, policía húngaro acusado de haber matado a más de 1.200 civiles en Serbia durante la guerra, fue condenado en 1944 y 1946 por la justicia húngara, pero jamás cumplió condena. Volvió a Hungría en 1996, tras vivir durante décadas en Argentina, y niega todas las acusaciones. Hungría reabrió la investigación.

Milivoj Asner, antiguo jefe de policía croata, participó activamente en la deportación de cientos de serbios, judíos y miembros de las minorías Sinti y Rom. Vive en Klagenfurt, en el sur de Austria, pero la justicia austríaca rechaza su extradición reclamada por Croacia en base a unos informes médicos que indican que no está en estado de ser interrogado o de comparecer ante un tribunal.

Soeren Kam, ex miembro de las SS, acusado de la muerte de un periodista danés en 1943. Refugiado en Alemania, su extradición reclamada por Copenhague ha sido rechazada por un tribunal de Baviera en 2007 por falta de pruebas. Las autoridades danesas quieren reabrir el caso para investigar su papel en la deportación de numerosos judíos daneses.

Klaas Carl Faber, condenado a muerte en 1944 en Holanda por asesinar a prisioneros en el campo de paso de Westerbork, se conmutó su sentencia por cadena perpetua en 1948. Se escapó de la cárcel y huyó a Alemania en 1952.

Heinrich Boere, ex miembro del comando SS 'Silbertanne' fue condenado a muerte en rebeldía en Holanda en 1949 por haber matado a tres civiles holandeses. Alemania, donde vive refugiado, se niega a extraditarle porque juzga su pena no válida. La fiscalía de Dortmund presentó una nueva demanda contra él en abril de 2008 por los tres mismos asesinatos.

Charles Zentai, antiguo soldado húngaro, participó en 1944 en la persecución y el asesinato de judíos en Budapest. Hungría reclama su extradición a su país de acogida actual, Australia.

Mijaíl Gorshkow, antiguo intérprete de la Gestapo, participó en los asesinatos de judíos en Bielorrusia. Estados Unidos, donde se había refugiado, le retiró la nacionalidad estadounidense y Estonia, su país natal al que volvió en 2002, ha abierto una investigación.

Algimantas Dailide, ex policía de Vilnius, Lituania, participó durante la guerra en redadas de judíos que luego fueron ejecutados por los nazis y sus colaboradores lituanos. Extraditado por los estadounidenses a Alemania en 2003, fue declarado culpable por un tribunal lituano en 2006 pero sin obligación a cumplir condena.

Harry Mannil, antiguo agente de la policía política estonia, participó en redadas de judíos que luego fueron asesinados por los nazis durante la ocupación de Estonia. Una investigación estonia contra él concluyó en 2005 que las pruebas eran insuficientes para acusarle de crímenes contra la humanidad. Vive en Venezuela.





P-D- Desconozco la fecha de edición de la información. Posiblemente muchos de ellos ya hayan fallecido.
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Re: ¿La historia es aburrida?

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Historia de los vaqueros

La genial idea del pantalón vaquero no fue en realidad de Levi Strauss, que en sus inicios había formado una empresa que se encargaba de suministrar toldos y lonas para las carretas en las zonas mineras de California, coincidiendo con la fiebre del oro y la necesidad de productos relacionados con el abastecimiento de los mineros.

En 1872, Levi recibe una carta de un sastre de Nevada, Jacob Davis, quien era cliente de la firma, proponiéndole una idea revolucionaria, utilizar sus telas para la elaboración de unos pantalones resistentes que llevarían unos remaches metálicos en los remates de los bolsillos. La falta de solvencia de Jacob le llevó a proponerle a Levi que ambos compartiesen la patente de este nuevo pantalón de trabajo todo terreno. Los primeros vaqueros se realizaron en dos modelos: algodón azul añil y marrón duck. El empleo del denim, nombre tomado de la tela sourge de Nimes, más tarde transformado en su apócope De Nimes sería el paso siguiente, cuando Levi decidió sustituir la loneta por un tejido de sarga en algodón.

Utilizado exclusivamente por los hombres, fue en 1935 cuando la revista Vogue anuncia su invención y lo recupera para el mundo de la moda, siendo su impacto inmediato desde el primer momento.
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Re: ¿La historia es aburrida?

Mensaje por pp4 »

Cómo se limpiaban los campos de batalla de las guerras napoleónicas

Año 1807, al término de la cruenta batalla de Eylau: el soldado francés Jean Baptiste de Marbot se despierta, tras varias horas inconsciente, cubierto de sangre y sobre un carro, rodeado de cadáveres. Está completamente desnudo y sólo conserva el sombrero porque le han quitado toda la ropa y pertenencias al haberle dado por muerto. Esa desagradable experiencia fue narrada por él mismo en un relato.

Es una de esas cuestiones que los libros de historia no suelen explicar porque normalmente detienen su narración con la victoria o la derrota de los ejércitos y las consecuencias políticas posteriores. Pero, entretanto, los campos de batalla europeos quedaban sembrados de muertos, tanto de hombres como de caballos, sin contar las ingentes cantidades de material. Y se calcula que entre 1803 y 1815 las guerras napoleónicas se llevaron por delante la vida de entre 3,5 y 6 millones de personas, unas por acciones bélicas (de 500.000 a 2 millones) y el resto por enfermedades relacionadas. ¿Qué pasó con todos esos cuerpos? ¿Quién se encargaba de limpiar aquellos dantescos escenarios?

En una curiosa imitación de la Naturaleza, en la que se relevan los carroñeros por orden de llegada o por fuerza para luego dejar paso a gusanos y bacterias, había varias acciones sucesivas que poco a poco despejaban el terreno (por supuesto, vamos a obviar la labor de los arqueólogos). Los primeros eran los propios soldados vencedores, que recogían armas y equipo del enemigo, así como el calzado, parte de la ropa y objetos personales de valor (relojes, licoreras, medallas, pitilleras…) para compensar así su exiguo sueldo. En la siguiente oleada se sumaban sus mujeres y después, si el choque había sido cerca, llegaban incluso los vecinos de las localidades del entorno, a ver qué podían encontrar.

Más tarde aparecían los saqueadores, carroñeros humanos, que ya no iban a encontrar material y se centraban en el propio cuerpo: provistos de alicates se afanaban en arrancar los dientes de los caídos. No sólo los de oro, cuyo precio sólo podían permitirse los mandos, sino las piezas dentales normales, muy cotizadas para fabricar dentaduras postizas. Es sabido que tras la batalla de Waterloo el mercado de éstas vivió un momento boyante, ya que el número de víctimas proporcionó material en abundancia y además de gran calidad, dada la juventud de los soldados que murieron allí; algo que se especificaba en los anuncios, hasta el punto de que las prótesis de esa época recibieron el nombre de Dientes de Waterloo como sinónimo de garantía de perfecto estado.

Tras ese despojo comunitario, lo normal era que el vencedor designara un contingente para proceder al entierro de los cadáveres -a menudo en una fosa común o con unas pocas paletadas de tierra cubriendo el montón someramente- o a su quema -para prevenir epidemias-. Dependía, en parte, de la prisa que se tuviera, puesto que a lo mejor la campaña requería reanudar la marcha sin detenerse más. En tal caso, sí que era cosa de la naturaleza ocuparse del asunto: buitres, cuervos, lobos, zorros… Todos los carnívoros tenían un festín a su disposición.

En cualquier caso, era algo que llevaba su tiempo, dependiendo de factores climáticos, la magnitud de las bajas y la predisposición tanto de los soldados como de las gentes locales. El 2 de marzo de 1807, tres semanas y media después de la amarga y difícil victoria de Napoleón en Eylau, el número 64 del Boletín de la Grande Armée dejaba una espeluznante visión: “Se requiere un gran trabajo para enterrar todos los muertos… Imagínese en el espacio de una legua cudadrada nueve o diez mil cadáveres; cuatro o cinco mil caballos fallecidos; líneas enteras de mochilas rusas; piezas rotas de fusiles y sables; el suelo cubierto de balas de cañón, obuses y municiones; veinticuatro piezas de artillería, cerca de las cuales yacían los cuerpos de sus servidores, caídos en el intento de llevárselas en su retirada. Todo esto era lo más destacable en un terreno cubierto de nieve”.

Napoleón había ordenado al VIII Cuerpo de Westfalia enterrar a los muertos y transportar a los heridos mientras el resto del ejército seguía camino de Moscú, pero una cosa era la teoría y otra la práctica; la sanidad militar de entonces era rudimentaria y se basaba en la amputación para prevenir la gangrena y además no hubo forma de encontrar suficientes carros para los que no podían caminar. Por tanto, hubo que adoptar medidas extremas y rematar a los heridos graves que así lo solicitaron; otros murieron lentamente y fueron encontrados después mordiendo la carne de los cuerpos de sus caballos. Los habitantes de las poblaciones rusas no lo pasaron mejor y se encontraron iglesias quemadas con cientos de difuntos carbonizados dentro; otros tuvieron más suerte y fueron reclutados a la fuerza para cargar con los heridos. El sargento Adrien Bourgogne completó la terrible visión contando que en Borodino había brazos, piernas y cuerpos diseminados por todas partes, que habían enterrado a los suyos (a los rusos no) pero las prisas les obligaron a cavar fosas poco profundas y la lluvia torrencial había removido la tierra sacando los despojos a la superficie.

En Waterloo se contrató a campesinos locales para limpiar el campo de batalla: medio centenar de operarios con pañuelos cubriendo su rostro (por el hedor) bajo supervisión del personal médico. Los difuntos aliados fueron inhumados y los franceses quemados. Las piras estuvieron ardiendo más de una semana, los últimos días alimentadas ya sólo por la propia grasa humana. Aún así, todavía se podían ver huesos de los combatientes un año después, así que se encargó a una empresa su recogida; las osamentas se destinaban a ser molidas para usarse como fertilizante (al parecer de gran calidad), algo que se extendió a otros escenarios bélicos: un periódico británico calculaba en 1822 que el año anterior se habían importado un millón de toneladas de huesos humanos y equinos de esos lugares, entrando por el puerto de Hull y siendo enviados a las trituradoras de vapor de Yorkshire; de allí se mandaban a Doncaster, donde estaba el principal mercado agrícola nacional, para vender a los campesinos. El artículo planteaba la paradoja de que las bajas en el frente también resulten útiles.

Un último agente limpiador es el cazador de recuerdos. Tras la derrota final de Napoleón, se puso de moda entre muchos británicos acomodados el viajar a Waterloo, París y otros sitios relacionados con el Emperador, en un precedente del turismo organizado. Pasear por los campos de batalla en busca de objetos -sin importar el olor a muerte y carne quemada que aún flotaba en el ambiente- fue toda una afición: sombreros, cartas, munición diversa, libros, corazas (mejor si estaban perforadas por proyectiles), cascos, botones, a veces incluso algún hueso olvidado. Pronto la demanda de reliquias fue superior a la oferta y, así, originó un nuevo negocio, el del coleccionismo. No es de extrañar que hace poco, en 2012, la gran noticia sobre el tema no fuera tanto el hallazgo de los restos de un soldado de esa batalla como el hecho insólito de que tuviera todo su equipo consigo; a alguien se le pasó.
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Re: ¿La historia es aburrida?

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Los perros en la conquista de América

Los españoles ya habían empleado a los canes en diversos conflictos, y en la toma de Granada, en 1492, las crónicas refieren la brillante actuación de un dogo llamado ¨Mahoma¨. Sin embargo, no fueron los ibéricos los primeros en la utilización de perros para la guerra, pues, desde el pasado numerosos pueblos como los asirios, babilonios, griegos, bárbaros y romanos aprovecharon las virtudes de los canes para el combate.

Los Alanos
Los anales de la conquista nos describen a perros, comúnmente denominados Alanos, originarios de la península ibérica, empleados por los conquistadores para la invasión. Entre los años 1387-1388, en su ¨Libro de la Caza¨, Gastón Phébus nos habla de canes ¨Alanos capaces de cruzar con otras sangres, a los que se les corta las orejas al ras para evitarles heridas en la lucha¨. Estos perros similares al actual Gran Danés procederían de la Rusia Oriental, pertenecientes a las hordas de alanos, un pueblo escita originario de Oriente que bajo la presión de los hunos invadió algunas provincias del Imperio Romano (Corintia) y que después, fusionándose con los pueblos invadidos y con los mismos hunos, llevó esta raza canina por toda Europa, hasta España, país en el cual existen testimonios de su existencia desde tiempos pretéritos.

Similarmente al caso del moloso, calificativo que en la antigüedad abarcó varios tipos de perros con el común denominador de ser empleados para la lucha (en combate contra animales, gladiadores o en la guerra); dentro del Nuevo Mundo, la denominación de Alano se aplicó de manera extensiva a todos los perros utilizados a fin de pelear ferozmente contra los indios. Aunque, en rigor de verdad, también actuaron dogos y lebreles.

El 24 de marzo de 1495 dentro de las Antillas (La Española, actual Santo Domingo), se desarrolló la primera batalla frente a los indios caribes comandados por el cacique Caonabo. El hermano de Cristóbal, Bartolomé Colón, empleó 200 hombres, 20 caballos y 20 perros como fuerzas españolas. Fue el debut de los canes en la Conquista. La intervención de Alanos en combate devino en realidad en ¨Las Indias¨.

Los Alanos fueron utilizados en las Antillas contra los indios caribes; los sufrieron aztecas e incas en América Central, Colombia, Venezuela, México y Perú. En el norte de Argentina, en Tucumán enfrentaron a los pampas y en Chile a los araucanos, en la guerra de Arauco.

Terror de los nativos

Los relatos de cronistas de la época no escatiman descripciones impresionantes, aquí algunos ejemplos:
- El fraile Bernardino de Sahagún refiere testimonios de indios atacados por ¨perros enormes, con orejas cortadas, ojos de fiera de color amarillo inyectados en sangre, enormes bocas, lenguas colgantes y dientes en forma de cuchillos, salvajes como el demonio y manchados como los jaguares¨.

La descripción tiene un inevitable tono de admiración y temor; no olvidemos que en la época precolombina (antes del arribo de los conquistadores) los indios poseían perros de pequeña talla y cuerpo menudo. De esta suerte, los indígenas denominaron a los canes de los españoles ¨una diabólica invención¨.
- En su travesía hacia Tenochitlán, Hernán Cortes avanzaba: ¨primero cuatro jinetes, mirando a todas partes, observando entre las casas. También los perros iban con las narices contra el suelo, siguiendo las huellas y jadeando. Apartado caminaba el portador de la bandera, agitándola en círculos. Y atrás suyo iban hombres armados, luego más jinetes, ballesteros, arcabuceros...¨

- Fray Bartolomé de las Casas afirma que los españoles tenían el hábito de arrojar sus perros en cualquier ocasión, contra los indios.
- En Cartagena ¨...un portugués llamado Roque Martín, ingresaba dentro de las casas de los indios para que los perros los devoraran, éste era su único alimento...¨
- ¨En la Florida, al cacique Ocita, los españoles de Pánfilo de Narvaéz le habían hecho una faena, como para que no lo olvidara nunca: su madre había sido echada a los perros, que la destrozaron y devoraron¨
-¨En la región oriental de Higüey, durante el gobierno de Bobadilla, un español de apellido Salamanca, para divertirse, le había echado a un cacique un perro bravo entrenado para matar indios. Delante de su gente el can destrozó horrorosamente al jefe indio¨.
- En marzo de 1503, Quibio, cacique de Veragua, asaltó el pueblo de los cristianos, en cuyo combate hubo muchos muertos y heridos...fueron los indios castigados con el corte de espadas, y por un perro que los perseguía fieramente, con lo que se pusieron en fuga...
- En otras ocasiones los perros tuvieron destino diferente. Alvar Nuñez Cabeza de Vaca durante el transcurso de su formidable caminata por La Florida da cuenta de un trueque con los indios: ¨como el hambre fuese tanto, nosotros comprámosles dos perros, y a trueco de ello les dimos unas redes y otras cosas, y un cuero que yo me cubría...después que comimos los perros encomendamos a Dios y partimos...¨
- También en Antigua,¨la crueldad de Juan de Ayora, teniente del gobernador Pedrarias, dejaba estupefacto incluso a sus propios hombres, salteaba los poblados de noche y atormentaba a los indios echándole los perros que los descuartizaban¨.

Canes célebres

Algunos perros descollaron de manera tal que pasaron a la historia recordados por su nombre. Becerillo, perteneciente al conquistador y colonizador de Puerto Rico Juan Ponce de León, combatió a los indios caribes, era de color bermellón, de gran talla e inteligencia. Reconocía a los indios dóciles, a los que no dañaba, de los combativos con los que era implacable. Murió víctima de una flecha envenenada.

- ...Al arribo a Antigua, Vasco Nuñez de Balboa fue recibido con todos los honores. Repartió los cien mil castellanos de oro, perlas, cautivos y hembras entre sus hombres: apartó la quinta parte para el rey ydestinó más de quinientos castellanos a Leoncillo, perro hijo de Becerillo el del Boriquem, que ganaba más que un arcabucero para su amo Balboa, pero bien lo merecía, según peleaba con los indios¨.Leoncillo combatió en el Darién, al sur del Canal de Panamá, murió envenenado.

-¨Vasco Nuñez de Balboa aperreó al cacique Torecha y a cincuenta putos que halló allí, echaba a todo vicioso a los Alanos, pensando que los justicieros mordían a los pecadores¨.

-¨De estos perros que emplean en los combates se refieren cosas maravillosas: se tiran a los indígenas armados lo mismo que a fugaces ciervos o jabalíes cuando se los azuza. Acaeció a veces no ser necesario usar las espadas, flechas ni otros dardos para derrotar a los enemigos que salían al encuentro, pues en haciéndoles señal y soltando los perros que iban delante del escuadrón, aterrorizados por la torva mirada y los inauditos ladridos de los perros, vacilaban y abandonaban la pelea y las filas, asombrados de la prodigiosa invención¨.

- Amadis combatió en Santa Marta, era muy hábil, se refugiaba para esquivar la lluvia de flechas y luego atacaba ferozmente a los indios.
Hernando de Soto fue propietario de un lebrel llamado Bruto, éste combatió en La Florida, los indios tuvieron que emplear cincuenta flechas para matarlo cuando atravesaba el cauce de un río.

Hasta aquí, sólo algunas muestras para trazar la acción de los perros en un período menor a los cien años. Ya para la etapa de la colonización muchos canes retornaron a la vida salvaje y, en su condición de cimarrones, asolaban por igual a colonos e indios. Otros, fueron adoptados por los indígenas con los cuales lograron una buena asociación. La mayoría formó parte de un proceso, al igual que el humano, de mestización con ejemplares diversos, y para principios del 1700 la denominación de alano –con la connotación más arriba descripta- pertenecía al pasado.

Para terminar, luego de tanta sangre derramada a causa de alanos y españoles: ¨En la lucha por el poder entre el inca Atahualpa y su hermano Huáscar, por orden del primero todas las mujeres e hijos de Huáscar fueron ahorcados en presencia de éste. A las que estaban preñadas, antes de morir, se les abrieron los vientres para que los fetos cayeran al suelo y, una vez caídos, se los ataban a los brazos¨.

Baste esta última referencia, a modo de ejemplo, para tomar distancia de los anacrónicos enfoques que divinizan lo indígena y demonizan lo español, o a la inversa. Pues, como nos demuestra la Historia, el bien y el mal yacen siempre dentro del hombre, en ciertas épocas se despiertan palmariamente.
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