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Historia de la crítica cinematográfica española (2)

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luzbel
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Historia de la crítica cinematográfica española (2)

Mensaje por luzbel »

La critica cinematográfica en España.

Film Ideal (2)

Se ensalzaban “Rashomon” y “La ley del silencio”, aunque esta última no se entendiera ni por asomo. Se hablaba de la dulce amargura de “Puerta de las lilas”. Se despreciaba “Gigi”, tildada por Martialay casi de pornográfica. No gustaba “Picnic”. Se desconocía Howard Hawks. Se amaba “El delator” como un mito lejano que nadie conocía. El western era John Ford y el Hombre el neorrealismo de “Ladrón de bicicletas” o “Vivir en paz” (o sea Zavattini y poco más). El cine de la guerra fría nos traía el compromiso del hombre frente al comunismo ateo. No debíamos dejarnos convertir en rinocerontes a lo Ionesco. Años de “El pequeño fugitivo”, “Muerte de un ciclista”, Bardem y Berlanga (Conversaciones de Salamanca incluídas), el cine español no gustaba ni a tirios ni a troyanos., Vittorio de Sica (todos éramos “ladrones de bicicletas”), a veces Cayatte, a veces Dmytryk, siempre René Clair. ¿Quiénes eran Renoir, Rossen, Losey, Griffith, Sjöstrom, Visconti, Huston?. Kazan si, era ambiguo pero se le podía agarrar, había pistas, existía “La ley del silencio” y por si fuera poco “Fugitivos del terror rojo”.

Pero este cine de homilía no rebasó la barrera inicial de los sesenta. “Las nuevas generaciones” tomaron el relevo y elevaron el periscopio para ver si existía algo distinto de lo que con poca convicción se venía adorando. Y supieron de la existencia de “Cahiers du cinéma”. Para un grupo de estudiosos y amantes del cine, absorbidos previamente por la ideología básica de “Film Ideal”, sin la menor radicalidad política, los sueños de cine de barrio y amor a los mitos de la infancia, apareció como maná cuanto venía ocurriendo en el no menos mítico Paris. El Peter Pan español, infante perpetuo porque al crecer no auguraba nada nuevo, pensó que solo la recreación intelectualizada del cine del pasado podría darle instrumento de análisis para juzgar el presente y a lo mejor hasta el futuro. Una desconfianza absoluta de la estética del momento halló su mejor soporte en el fascismo español que facilitaba el camino hacia la búsqueda de un pasado, a veces muy lejano en el tiempo, y casi siempre culturalmente roto.

Este segundo relevo, que acuñó el término filidealismo , estuvo formado por un grupo de críticos procedentes de la pequeña burguesía y tambien de la alta, universitarios que desconfiaban de cualquier influencia del cine en el camino de transformación de la sociedad, falsamente apolíticos productos de lujo cultural que iban a vender a sus ministros los planes de desarrollo. Sociedad primerizamente consumista.

Se fijaron en los franceses “Cahiers du cinéma”, les gustó y al grito de ¡Ya no hay Pirineos!, trasladaron las teorías traducidas como Dios les dio a entender a un medio cultural como el español elevando a su vez a teorías lo que eran simples “boutades”. Si “Cahieres” procedía de una cultura como la francesa, que antes de producir al cineasta Godard o Truffaut y más antes al francés Truffaut o Godard, Film Ideal tenía un arranque completamente distinto, corriendo cuanto pudo para ponerse a la altura de los reverenciados “Cahiers” porque así el drenaje informativo y cultural que procedía de ésta podría ser mejor absorbido por aquella. Se olvidó cuanto hubo que olvidar: que desconocíamos el cine de Ford y Hawks, que no sabíamos que era el cine americano, que el musical sonaba a “Las zapatillas rojas”…,pero con un desparpajo digno de mejor causa se pontificó sobre Ray a base de oídas, se analizó a Welles con el recuerdo de viejas copias en 16 mm. sin haber visto jamás “Ciudadano Kane”, se amó todo cuanto venía con la vitola cahierista. Años de entusiasmo verdaderamente coronados por el éxito. En capas universitarias como las españolas con solo pequeños sectores comprometidos políticamente durante los primeros sesenta, las alegrías estéticas de “Film Ideal” permitían el gusto por la marginación estética. Aún siendo inocuas políticamente, cuando no cercanas a la ideología oficial, las teorías filmidealistas eran tratadas displicentemente cuando no desechadas como pura broma por los que añoraban el “Film Ideal” de los cincuenta. Pero aquello les dejaba jugar en el ghetto cultural y artístico con el billete de vuelta en el bolsillo. Se ensalzaban “valores eternos” y ello les emparentaba con la ideología del “vive peligrosamente hasta el fin”.

Film Ideal aquellos años marcó a una generación de espectadores que aprendió el cine acompañado de las páginas acartonadas de la revista. La comedia, el musical, el western, la aventura, tenían por primera vez ante sus ojos una dimensión distinta de la que peyorativamente habían recibido de sus mayores. En el campo de la estricta aportación crítica hay que señalar que el período 1960-65 trazó una auténtica frontera con lo que había sido la crítica cinematográfica española hasta entonces. Se lleno una época, junto a la revista de izquierdas “Nuestro Cine”.
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pp4, gorgin, barri3
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