EL CINE PRE-CODE II
Publicado: Mar, 23 Ago 2016, 13:32
El cine pre-code (II)
Las películas de gánsteres del período comprendido entre 1929 y 1935 se desarrollaban en un mundo de clubs nocturnos, el ruido de las pistolas, y el tableteo de las metralletas, las ominosas sirenas de los coches de la policía, el rugido de los motores y el chirrido de los frenos, el contundente argot de los miembros de las bandas. Se desarrollaban en hoteluchos, calles desiertas, bares clandestinos, garitos, casas de vecinos, cafés de mala muerte y comisarías de policía.. Un mundo al mismo tiempo realista y extrañamente abstracto. Prácticamente todas esas películas se rodaron en decorados construidos en Hollywood y, aunque se especificase que el escenario era Nueva York O chicago, la acción parecía ocurrir más en una ciudad universal que en una concreta.
De las doscientas cincuenta o trescientas películas de gánsteres hechas durante estos años, solo tres han conseguido una reputación duradera: “Hampa dorada” (Mervyn Leroy, 1930), “El enemigo público” (William Wellman, 1931) Y “Scarface, el terror del hampa” (Howard Hawks 1932). Los críticos de la época las reconocieron de inmediato como obras maestras – yo creo que la tercera lo es, las otras dos buenas películas -,a pesar de estar ya un poco hartos de films de este género. Las destacaron no por ser novedosas, sino por la forma artística en que manejaban unos materiales ya manidos. Las tres mostraban con gran frialdad el ascenso y caída de delincuentes profesionales cuya procedencia era de medios de inmigrantes católicos. En todas el protagonista tenía por modelo a Al Capone y las tres convirtieron a un conocido actor de teatro en estrella del cine.
El personaje que interpreta Edward G. Robinson en “Hampa dorada” y el de Paul Muni en “Scarface” son italianos, mientras que en “El enemigo público” James Cagney es irlandés. Los tres son hombres de baja estatura, robustos y violentos, empujados por una fuerte ambición de poder y aceptación social. Los tres se abren camino a tiros hasta llegar a la cima de su mundo criminal para verse entonces destruidos, en parte, porqué así lo exigía la moral convencional de la época, pero fundamentalmente por un orgullo ciego y por un marcado instinto de autodestrucción. Al igual que todos los gánsteres de esta era , se les niega la tranquilidad de la vida doméstica. Abandonan a madres que les quieren, y sus sentimientos se ven divididos entre mujerzuelas rubias a las que desprecian y castas morenas de clase alta con las que aspiran a casarse.
Los tres mueren solos – discutible, en el caso de “Scarface”, Camonte siempre está pensando en su hermana en una insinuación claramente incestuosa -, de manera violenta y espectacular: el Pequeño César (Robinson) cosido a balazos y preguntando ¿madre mía, es éste el final de Rico?. Tom Powers (Cagney) es llevado muerto a su casa envuelto en una manta y Tony Camonte (Paul Muni) cae abatido por sus enemigos debajo de un luminoso que proclama irónicamente: “El mundo es tuyo”. Aunque los prólogos y los epílogos de estas películas pretender dar una moraleja (“Hampa dorada” termina con un rótulo que dice: “La carrera de Rico ha sido como la de un cohete, comenzando en las alcantarillas y terminando en ellas”, mientras que las autoridades obligaron a que “Scarface” llevase como subtítulo “La vergüenza de una nación”) ninguna de estas películas tiene nada de moralizante. No se invita a considerar a sus protagonistas como psicópatas. Los asesinatos son frecuentes, pero los directores no se recrean en ellos. Cuando Tom Powers (Cagney) mata a golpes a su anterior jefe que le ha traicionado y empieza inmediatamente a pensar en una cita con su amante, surge una asociación entre asesinato y sexo que podría interpretarse muy bien como el eterno mito de Eros (dios del amor) y Tanatos (dios de la muerte). No obstante también puede entenderse como que el asesinato es solo una forma especialmente expeditiva de resolver los negocios, Powers está simplemente “liquidando deudas”.
El gánster era un producto de la alienación urbana en unos momentos en que Estados Unidos estaba dejando de ser una sociedad predominantemente agraria y rural, y convirtiéndose en otra industrial y urbana. Para el público de los primeros años de la Depresión, el gánster representaba muchas cosas terribles y tranquilizadoras al mismo tiempo. Su carrera era una parodia del “sueño americano”, y reflejaba la forma en que los Rockefeller, los Gould, los Fisk y muchos otros habían llegado a ser millonarios. El gánster era también una especie de marginado social que recurría a la delincuencia como única forma de avanzar y promocionarse en una sociedad que le negaba los canales adecuados. Su vida desafiaba y denunciaba un sistema corrupto. He aquí las razones por las que estas tres míticas películas, y otras de menor calidad artística, son films etiquetados como pre-code. Will Hays no los hubiese autorizado.
Luzbel (yo soy la fuente)
Las películas de gánsteres del período comprendido entre 1929 y 1935 se desarrollaban en un mundo de clubs nocturnos, el ruido de las pistolas, y el tableteo de las metralletas, las ominosas sirenas de los coches de la policía, el rugido de los motores y el chirrido de los frenos, el contundente argot de los miembros de las bandas. Se desarrollaban en hoteluchos, calles desiertas, bares clandestinos, garitos, casas de vecinos, cafés de mala muerte y comisarías de policía.. Un mundo al mismo tiempo realista y extrañamente abstracto. Prácticamente todas esas películas se rodaron en decorados construidos en Hollywood y, aunque se especificase que el escenario era Nueva York O chicago, la acción parecía ocurrir más en una ciudad universal que en una concreta.
De las doscientas cincuenta o trescientas películas de gánsteres hechas durante estos años, solo tres han conseguido una reputación duradera: “Hampa dorada” (Mervyn Leroy, 1930), “El enemigo público” (William Wellman, 1931) Y “Scarface, el terror del hampa” (Howard Hawks 1932). Los críticos de la época las reconocieron de inmediato como obras maestras – yo creo que la tercera lo es, las otras dos buenas películas -,a pesar de estar ya un poco hartos de films de este género. Las destacaron no por ser novedosas, sino por la forma artística en que manejaban unos materiales ya manidos. Las tres mostraban con gran frialdad el ascenso y caída de delincuentes profesionales cuya procedencia era de medios de inmigrantes católicos. En todas el protagonista tenía por modelo a Al Capone y las tres convirtieron a un conocido actor de teatro en estrella del cine.
El personaje que interpreta Edward G. Robinson en “Hampa dorada” y el de Paul Muni en “Scarface” son italianos, mientras que en “El enemigo público” James Cagney es irlandés. Los tres son hombres de baja estatura, robustos y violentos, empujados por una fuerte ambición de poder y aceptación social. Los tres se abren camino a tiros hasta llegar a la cima de su mundo criminal para verse entonces destruidos, en parte, porqué así lo exigía la moral convencional de la época, pero fundamentalmente por un orgullo ciego y por un marcado instinto de autodestrucción. Al igual que todos los gánsteres de esta era , se les niega la tranquilidad de la vida doméstica. Abandonan a madres que les quieren, y sus sentimientos se ven divididos entre mujerzuelas rubias a las que desprecian y castas morenas de clase alta con las que aspiran a casarse.
Los tres mueren solos – discutible, en el caso de “Scarface”, Camonte siempre está pensando en su hermana en una insinuación claramente incestuosa -, de manera violenta y espectacular: el Pequeño César (Robinson) cosido a balazos y preguntando ¿madre mía, es éste el final de Rico?. Tom Powers (Cagney) es llevado muerto a su casa envuelto en una manta y Tony Camonte (Paul Muni) cae abatido por sus enemigos debajo de un luminoso que proclama irónicamente: “El mundo es tuyo”. Aunque los prólogos y los epílogos de estas películas pretender dar una moraleja (“Hampa dorada” termina con un rótulo que dice: “La carrera de Rico ha sido como la de un cohete, comenzando en las alcantarillas y terminando en ellas”, mientras que las autoridades obligaron a que “Scarface” llevase como subtítulo “La vergüenza de una nación”) ninguna de estas películas tiene nada de moralizante. No se invita a considerar a sus protagonistas como psicópatas. Los asesinatos son frecuentes, pero los directores no se recrean en ellos. Cuando Tom Powers (Cagney) mata a golpes a su anterior jefe que le ha traicionado y empieza inmediatamente a pensar en una cita con su amante, surge una asociación entre asesinato y sexo que podría interpretarse muy bien como el eterno mito de Eros (dios del amor) y Tanatos (dios de la muerte). No obstante también puede entenderse como que el asesinato es solo una forma especialmente expeditiva de resolver los negocios, Powers está simplemente “liquidando deudas”.
El gánster era un producto de la alienación urbana en unos momentos en que Estados Unidos estaba dejando de ser una sociedad predominantemente agraria y rural, y convirtiéndose en otra industrial y urbana. Para el público de los primeros años de la Depresión, el gánster representaba muchas cosas terribles y tranquilizadoras al mismo tiempo. Su carrera era una parodia del “sueño americano”, y reflejaba la forma en que los Rockefeller, los Gould, los Fisk y muchos otros habían llegado a ser millonarios. El gánster era también una especie de marginado social que recurría a la delincuencia como única forma de avanzar y promocionarse en una sociedad que le negaba los canales adecuados. Su vida desafiaba y denunciaba un sistema corrupto. He aquí las razones por las que estas tres míticas películas, y otras de menor calidad artística, son films etiquetados como pre-code. Will Hays no los hubiese autorizado.
Luzbel (yo soy la fuente)