Laughton era inglés, nacido en Scarborough en 1899. Estudió en la Real Academia de Arte Dramático y se convirtió muy pronto en un respetado y conocido actor de cine, gracias a una serie de cortos artísticos cuya estrella era una joven actriz llamada Elsa Lanchester con la que se casó en 1929. Ese mismo año interpretó su primer papel en un largometraje, como desagradable comensal de un club nocturno en la estupenda “Piccadlily” (1929, E.A. Dupont), Enseguida marchó a Nueva York y sus éxitos teatrales en Broadway , le llevaron a firmar un contrato con la Paramount. Esta productora lo prestó a la Universal para “El caserón de las sombras” (1932, James Whale, que muy pronto haría de Elsa Lanchester la memorable “Novia de Frankenstein”. Con todo la película que le convirtió en estrella fue “El signo de la Cruz” (1932, Cecil B. De Mille), un disparate muy entretenido basado más o menos en “Quo vadis”, y en la que compuso un Nerón untuoso, con tintes homosexuales. Finalmente, la consagración absoluta en “La vida privada de Enrique VIII” (1933, Alexander Korda) que le valió un justo Oscar.
Laughton pareció ser muy consciente de su gordura y fealdad, y se sirvió de ese aspecto físico para ser “un malo perfecto” en “Las vírgenes de Wimpole Street” (1934), en “Los miserables” (1935, Richard Boleslavsky), su extraordinario capitán Bligh de “Rebelión a bordo” (1935, Lewis Milestone) en la que encabezaba el reparto por delante de Clark Gable. En la cumbre de su carrera, volvió a Inglaterra para ser un humano y sobrio “Rembrandt”, rodado para Korda en 1936. Laughton podía tender a la sobreactuación pero cuando quería se contenía y podía ser incluso austero. De vuelta en Hollywood, interpretó desmesuradamente al desmesurado Quasimodo dela fallida “Esmeralda la zíngara”, al pacífico maestro de escuela de la muy sentida “This land is mine” (1943, Jean Renoir) y al marido paciente y dominado por su mujer de la sorprendente “El sospechoso” (1944, Robert Siodmak). Peor estuvo en el zapatero burrachuzo de “El déspota” (1954, David Lean). Mejor olvidarse de su participación en tonterías como “El capitán Kidd” (1952), o en la infame “Abott y Costello encuentran al capitán Kidd” (1952). Secundario de lujo en “El reloj asesino”, “Salomé” (Herodes) o “La reina virgen” (1954, George Sidney) en la que repitió brevemente a su Enrique VIII.
Charles Laughton no está olvidado para los finos catadores de buen cine y amantes de las grandes interpretaciones. Feo, gordo, histriónico….pero muchas veces genial. Falleció en 1962.