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En 2009 se cumplió el centenario del nacimiento de Elia Kazan. Pasó desapercibido, entre otras cosas porque no parece que la figura de este controvertido cineasta interese demasiado a quién no pertenezca a la tribu cinéfila o haya rebasado al menos la cuarentena. "Considero las películas como una forma de autoexpresión, como medio de decir lo que pienso y siento. Para gritar mis dolores, para cantar mis alegrías, para dar rienda suelta a la ira, los anhelos y emociones de mi vida" (Elia Kazan)
Elia Kazan.- La memoria del delator
Elia Kazanjoglou nació en Estambul el 7 de septiembre de 1909. Emigró a los Estados Unidos cuando tenía solo cuatro años, y tanto él como su nombre sufrieron un proceso de americanización. De hecho, los modelos de Kazan (siempre consideró a John Ford como su ídolo) y sus valores le convierten en un director inequívocamente americano y quizás ningún otro cineasta ha mostrado mayor reverencia hacia las características y particularidades de su país de adopción sin renunciar por ello a la crítica. El origen étnico de Kazan (armenio) y el trauma que a un niño puede representar el abandono de su Turquía natal parecen haberle convertido en particularmente sensible hacia los problemas de su sociedad adoptiva y a los grupos e individuos marginados y desplazados. Las tensiones entre sus puntos de vista esencialmente izquierdistas y sus aspiraciones a la respetabilidad y el status social han contribuido asimismo a enriquecer su obra. Pero la gratitud de Kazan por la movilidad social de USA (parte esencial del llamado "Sueño americano") estuvo en conflicto con su conciencia de que no funciona para todo el mundo ni en todos los casos.
Los dos primeros cortos en los que participó, "Pie in the sky" y "People of teh Cumberland" (1934 y 1937), fueron trabajos de equipo que según Kazan (nunca los ví) reflejan más el fermento intelectual de los 30 que sus propios puntos de vista personales. Durante este periodo fue miembro de Group Theatre dirigido por Lee Strasberg. Fue actor y luego director y en sus inicios en Hollywood trabajó como intérprete (malísimo, por cierto) en dos películas de Anatole Litvak no muy relevantes (City for conquest, Blues in the night, 1940). En 1945 se paso a la dirección en la Fox donde debutó con el mediocre folletín "Lazos humanos" (A trree growns in Brooklyn, 1945). De todo este período, y pese a obtener el Oscar a la mejor película y al mejor director por "La barrera invisible" (Gentlemen's agreement, 1947)), Kazan echa pestes en en su larga entrevista con Michel Ciment (1), manifiesta su odio hacia "Pinky" (1949), "Mar de hierba" (Sea of grass, 1947, su peor película probablemente) y el oscarizado film (cebándose en la nulidad actoral de Gregory Peck) y solo salva en parte "El justiciero" (Boomerang, 1946) por la libertad que le dio Louis de Rochemont (productor muy responsable de la llamada "era del director" en la Fox) y "Panico en las calles " (Panic in teh streets, 1950), una muestra de cine negro con unos escenarios perfectamente elegidos y momentos de lo que Kazan entendía por "auténtico cine". Tiene toda la razón en sus palabras, se trata de las dos únicas películas estimables. Tambien en la extrema ridiculez de "Pinky" (chica blanca que es negra, toma ya) un proyecto pensado para su amado John Ford que el gran clásico del mejor cine americano abandonó en cuanto pudo.
La obra teatral de Tennesee Williams "Un tranvía llamado deseo" (A streetcar named desire) es una de las mejores escritas por el célebre dramaturgo (si no la mejor). Kazan la dirigió en teatro y luego la llevó al cine en 1951 con un reparto inigualable (Vivien Leigh - su segundo oscar tras Scarlett O'Hara -, Marlon Brando, Karl Malden y Kim Hunter todos ellos magníficos, con mención sobresaliente para Leigh y Brando). Por primera vez el cineasta armenio-turco-estadounidense consiguió una gran película insoslayable, una sapientísima mezcla de teatro y cine con regustos histéricos y barrocos. Un film muy personal que resiste el paso del tiempo sin una sola arruga y en el que Kazan encuentra ya su definitivo estilo cinematográfico que reaparecerá en obras posteriores. El director por entonces ya había renunciado a su anterior militancia en el Partido Comunista Americano, aduciendo "que no sentía libre ni estaba dispuesto a aceptar directrices provenientes de la U.R.S.S.". Se le puede creer o no. Lo cierto es que el éxito del tranvía de Nueva Orleans, con Blanche Dubois y Stanley Kowalski de pasajeros, le había ubicado en un lugar de privilegio en Hollywood. Lo peor aún estaba por venir.
Elia Kazan allana el camino con la reaccionaria "¡¡Viva Zapata!!, con guión de John Steinbeck. El Premio Nobel estaba ya muy lejos de "Las uvas de la ira" y ejerció un didactismo según el cual todas las revoluciones son traicionadas y el mismo revolucionario puede perder su condición de tal en cuanto toca poder. Tema que no deja de ser de permanente actualidad y que la historia ha ilustrado con abundantes ejemplos. Pero ideológicamente tanto el guión de Steinbeck como la película de Kazan hunden sus raíces en la América conservadora. Brando mantiene su magnetismo en un papel que no le va en absoluto y Anthony Quinn (actor habitualmente execrable) recibió un oscar de regalo. Tan solo Jean Peters, siempre minusvalorada, lleva a cabo una composición sentida y notable. Es un film ambiguo, con secuencias antológicas como aquella en que cuando Zapata es detenido los campesinos se le van uniendo poco a poco y un final maravillosamente planificado, con el símbolo del caballo tomado de Eisenstein al que la obra algo debe estéticamente. Aquí si que el tiempo ha dejado cicatrices. Para despejar de una vez todo tipo de dudas, a la notable "Zapata" siguió el panfleto anticomunista "Fugitivos del terror rojo" (Man on a tightrope, 1953). "Un tropezón en mi carrera y una mala película a causa de su guión", confiesa Kazan que no hace ni la más mínima alusión al contenido político del film. A continuación vinieron sus sonadas declaraciones ante el Comité de Actividades Antiamericanas, en donde denunció a viejos camaradas y a otros colegas del oficio que sufrieron, algunos por no poco tiempo, las consecuencias de su actitud. Kazan careció de escrúpulo alguno - nunca se arrepintió con tal de mantener su statu quo de gran director plenamente consagrado y aplaudido -. No por aquella tontería que dijo Orson Welles de que muchos delataron con tal de salvar sus piscinas.
La historia de "La ley del silencio" (On the waterfront, 1954) roza el surrealismo. El dramaturgo e intelectual de izquierdas Arthur Miller había sido muy amigo de Kazan. En la década de 1950 fue víctima de la caza de brujas. Acusado de simpatías comunistas por el cineasta, rehusó revelar los nombres de los componentes de un círculo literario sospechoso de tener vínculos con el Partido Comunista ante la Comisión de Actividades Antiamericanas en 1956, acogiéndose a la protección constitucional. A pesar de las presiones que sufrió (le fue retirado el pasaporte, no pudiendo viajar a Bruselas para asistir al estreno de una de sus obras), Miller no dio ningún nombre, declarando que, aunque había asistido a reuniones en 1947 y firmado algunos manifiestos, no era comunista. En mayo de 1957 se le declaró culpable de desacato al Congreso por haberse negado a revelar nombres de supuestos comunistas. Sin embargo, en agosto de 1958, el Tribunal de Apelación de los Estados Unidos anuló la sentencia, de forma que no tiene que ingresar en la cárcel. La atmósfera de aquel tiempo se plasmó en "Las brujas de Salem" (The crucible).
“La ley del silencio" obtuvo varios oscars (actor y director entre otros) y contiene una memorable interpretación de Marlon Brando. Es una muy buena película que consagró definitivamente el mito Brando.....y un alegato en favor del delator. Miller le retiró la palabra a Kazan y le contestó con su drama "Panorama desde el puente" (2) en el que la acción más vil que un hombre puede realizar es.....la delación. Lo curioso del asunto es que el enfado les duró muy poco tiempo a ambos y el cineasta volvió a dirigir en los escenarios obras del autor de "La muerte de un viajante". Pelillos a la mar.
El mejor Kazan estaba por llegar y, cosas de la vida, la izquierda europea (la americana había dejado de existir prácticamente tras Mac Carthy y sus secuaces, Parnell Thomas y Nixon como temibles inquisidores). La delación quedaba atrás, aunque muchísimos años despues se comprobaría que no se había olvidado.
1) Estos textos no están extraídos pero si han consultado el libro de Michel Ciment "Conversaciones con Elia Kazan", una larguísima entrevista de más de 300 páginas.
2) "Panorama desde el puente" (A view from the bridge), fue llevada al cine por Sidney Lumet en 1961 con un reparto demencial encabezado por Raf Vallone. Fue/es una mala película. De "Las brujas de Salem" solo destacaría el film francés, tambien de 1961, dirigido por Raymond Rouleau y protagonizado por la pareja Montand-Signoret. De los más recientes mejor olvidarse.
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"Al este del Edén" (East of eden, 1955) enamoró a toda una generación, en la que me incluyo, cuando fue estrenada. No exactamente James Dean, que tambien, sino la película entera. Adoramos la escena de la noria con Dean y la exquisita y feúcha Julie Harris. Casi lloramos con la secuencia que cierra la película, la muerte del padre encarnado por un un magnífico Raymond Massey. Nos deslumbró la utilización del cinemascope y la fuerza sin desmayo de la narración. Kazan aseguró que James Dean era él mismo "el muchacho que aparecía en la pantalla" aunque luego supimos que las relaciones actor-director no fueron especialmente cordiales. Pero esta hermosa película es inimaginable con otro actor. Nadie como Dean para observar sonriente la progresión y el crecimiento de un campo de lechugas, Kazan solo utilizó, con gran astucia, el último tercio del novelón de un Steinbeck venido a menos. "Al este del Edén" fue además la primera obra del cineasta en color, gran trabajo de Ted Mc Cord. El paso de los años ha dañado algo de lo que amamos; la citada escena de la noria es más cursi que romántica. Ha sido una herida leve y este gran film se incluye para mi entre lo más florido del director.
Lo contrario que "Baby Doll" (1956) y "Un rostro en la multitud" (A face in the crowd, 1957). Dos películas fallidas, histéricas y mediocres. "Baby Doll" parte de un texto insignificante de Tennesee Williams y fía su eficacia al erotismo que pueda destilar Carrol Baker que no es precisamente como para habilitar el morbo y otras cosas que callo por pudor. "Un rostro en la multitud" es más ambiciosa. De nuevo el profundo sur y un personaje detestable - primera crítica de Kazan al "american way of life" - llamado Lonesome Rhodes que interpreta pésimamente Andy Griffith recientemente fallecido. El guión de Budd Schulberg resulta exagerado y simplista. Menos mal que frente a la actuación amanerada y neurótica del protagonista, Patricia Neal y Walter Matthau están contenidos y excelentes. El film es grotesco y destila un cinismo sobre la política y los medios de comunicación tan excesivo que carece de credibilidad. Es como si el solitario magistral de Brando y Dean se hubiera vuelto loco con el poder. Kazan se muestra incapaz de insuflar convicción a la negativa visión de América de Schulberg.
El periodo más rico y creativo de Kazan comienza en 1960 con la espléndida "Río salvaje" (Wild river) en la que combina una historia de amor digna de D.W. Griffith con la poesía natural de Robert Flaherty. La película transcurre en Tennessee, durante los años 30, coincidiendo con el famoso proyecto TVA (1) de Roosevelt, y se centra en la relación entre el forastero Montgomery Clift (admirablemente contenido) y la anhelante y vulnerable Lee Remick, que ofrece la mejor interpretación femenina en una película de Kazan desde la Blanche Dubois de Vivien Leigh. A diferencia de sus películas anteriores, "Río salvaje" es serena, nada crispada y melancólica. El director demostraba en ella haber adquirido la etiqueta de maestro, una gran madurez y una autenticidad propia de los grandes artistas.
Sin embargo - y despues de "América, América" - Kazan confiesa a Ciment que prefiere el suntuoso, barroco y extraordinario melodrama que es "Esplendor en la hierba" (Splendor in the grass, 1961), una película llena de ruido y de furia. Una obra de desatado romanticismo y de notable pesimismo sobre los Estados Unidos. Aqui nos situamos en el crack del 29 y el amor imposible entre una deliciosa Nathalie Wood, jovencita de clase media, y un inexpresivo Warren Beatty muchacho sumamente adinerado y dominado por su padre encarnado por Pat Hingle con sobrados medios. La crisis económica llevará a este autoritario caballero al suicidio, tras el abandono de Wood por parte de Beatty y la locura de la chica y el progresivo empobrecimiento del chico. Pero aquí el esquema tradicional se rompe. No habrá futuro para ellos y "aunque nada pueda devolvernos la hora del esplendor en la hierba y de la gloria de la flor, no lloraremos sino que lucharemos por todo aquello que nos fue arrebatado" (versos de Woodsworth que se recitan en la película). Con todos sus excesos, en las antípodas de "Rio salvaje", una bellísima obra.
Volvamos sobre "America, América", la genial obra maestra de Kazan. Se trata de la visión épica de los intentos de un tío suyo por escapar de los turcos y llegar a los Estados Unidos en un trayecto lleno de dolor, pasión e impresionantes imágenes. Esta película es uno de los grandes testimonios que nos ha dejado el cine sobre el legado personal, moral y cultural de una persona, aunque tambien pueda tomarse como una justificación a un pasado con más sombras que luces en su actuación pública.
"El compromiso" (The arrangment, 1969) en la que Kazan vuelve a oficiar de productor, director y guionista seis años despues, debido al fracaso comercial de su obra cumbre, está basada en una novela del propio realizador y es más claramente autobiográfica. En esta película Kazan examina una supuesta crisis personal al alcanzar la mitad de la vida y trata de reconciliarse con sus propios fracasos y limitaciones. Es un film irregular, lastrado por una absurda adscripción a una narrativa muy sesentera que hasta utiliza viñetas dibujadas con onomatopeyas. Puede concedérsele el beneficio de la duda en cuanto a su sinceridad y valentía. Marlon Brando rechazó el papel de Eddie/Evangelos y fue sustituido precipitadamente por un Kirk Douglas nada Actor's Studio (donde Kazan impartió clases de interpretación), y, como siempre, gesticulante, narcisista y pasado de rosca. La película debió ser grande y devino leve y débil. Una pena. La crítica le fue favorable, la taquilla no.
Kazan estaba desaparecido del mapa, en principio, y entregado a la escritura en la que obtuvo el éxito de su interesante novela "Los asesinos". Por ello sorprendió en el Festival de Cannes la presencia, fuera de concurso, de "Los visitantes" (The visitors, 1972), con guión de su hijo Chris y filmada en el domicilio de Elia. Un film casero que retrataba con vigor y veracidad las consecuencias de la guerra de Vietnam en aquellos soldados profesionales que lucharon y perdieron. Una película dura a la que nunca se le concedió el beneplácito que merecía. Un film realmente izquierdista, casi una canción de protesta a lo Bob Dylan, Woody Guthrie o Pete Seeger, cargada de violencia. Justamente lo opuesto a la superproducción "El último magnate" (The last Tycoon, 1976), adaptación de la inacabada novela de Scott Fitzgerald dedicada a Irving Thalberg. Con un reparto cuajado de estrellas: De Niro, Nicholson, Curtis, Moreau, Mitchum....la película fue un batacazo tremendo en lo económico y puso punto final a la filmografía de Elia Kazan. Merece revisarse; aunque lejos del vigor de antaño es una obra no exenta de interés ni de calidad.
El 21 de Marzo de 1999, Elia Kazan recogió el Oscar Honorífico a toda su carrera. Sin embargo, y al contrario de lo que suele suceder en estas ocasiones, en las que todo el mundo se pone de pie y ovaciona al homenajeado, algunos de los asistentes se quedaron sentados en sus butacas y con los brazos significativamente cruzados. Entre ellos Jack Nicholson que no había desdeñado actuar en "The last Tycoon". Aquella noche mucha gente decidió olvidar, injustamente, que Elia Kazan fue uno de los narradores con más talento que ha dado la industria del cine, un innovador a la hora de enfocar el trabajo con los actores y un creador artístico incansable que también destacó en el teatro y la literatura. Si su actuación como delator de antiguos compañeros del Partido Comunista Americano resulta injustificable, también lo es el que no se reivindique de una vez por toda su envidiable filmografía. Martin Scorsese, admirador fiel del gran cineasta le entregó el Academy Award y en el pasado Festival de Venecia 2010 rindió tributo " al que ha sido uno de los artistas que más me ha influido a la hora de hacer mis propias obras", presentando fuera de concurso un film que versa y trata sobre la cuestionada moralmente figura de Elia Kazan. Que no cinematográficamente.
1) Tennesee Valley Authority. Creación de pantanos en ese estado para un más racional aprovechamiento de sus aguas.
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