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películas clave narradas en un único plano secuencia
![]() ![]() ![]() películas clave narradas en un único plano secuenciaEl plano secuencia, consistente en rodar una escena o conjunto de escenas sin corte de montaje alguno, es uno de los elementos de puesta en escena más representativos, impactantes y arriesgados, pudiendo ser su uso tanto una complicadísima maniobra como sencillamente la forma más rápida de ahorrar dinero en producción. Dada la fascinación que despierta, varios son los cineastas que han optado por narrar (que no necesariamente filmar) sus historias enteramente en plano secuencia, o sea, sin un solo corto desde el primer fotograma hasta el último. Hoy hablaremos de las cinco cintas más representativas a este respecto, aun cuando no todas sean completamente honestas en lo que al método se refiere...
La soga (Alfred Hitchcock, 1948). A nadie debería sorprender que el maestro del suspense fuera pionero en lo que a planos secuencia se refiere a la hora de contar la cínica historia de dos universitarios (John Dall y Farley Granger en personajes claramente homosexuales) que estrangulan a un compañero, esconden el cadáver en un arcón e invitan a su profesor (James Stewart) a cenar justo encima de él. La imposibilidad tecnológica de la época de filmar más de diez minutos seguidos no impidió al cineasta británico confeccionar un intrigante film en una supuesta sola toma. Cierto es que cada diez minutos la cámara se acerca a un fondo oscuro para permitir el corte (y que dos de estos se notan intencionadamente), pero el resultado es continuo en apariencia, lo que supone todo un record para la época. El milimetrado rodaje fue posible gracias a que los muros del escenario se movían sobre ruedas y podían desplazarse silenciosamente, encargándose un grupo de operadores de mover los muebles fuera de la trayectoria de la cámara, la cual, al igual que los micrófonos, se mantenía en constante movimiento. Como complemento, el fondo neoyorkino mostrado a través de las ventanas era el diorama más grande jamás utilizado en un escenario sonoro, siendo su propia contemplación, que incluye una señal roja de neón con el perfil de Hitchcock promocionando un producto ficticio para la pérdida de peso —usado previamente durante el cameo en Náufragos (1944)— y nubes hechas de fibra de vidrio que cambian de posición hasta ocho veces, todo un espectáculo en sí mismo. El arca rusa (Alexandr Sokurov, 2002). 2000 actores, 300 años de la historia de Rusia, 33 habitaciones del museo Hermitage y 3 orquestas tocando en directo ayudaron a este siempre enrevesado cineasta ruso a confeccionar una de las cintas más espectaculares de la historia del celuloide, rodada íntegramente en un plano secuencia de 96 minutos con una cámara digital de alta definición. En ella, un aristócrata francés del siglo XIX (Sergei Dreiden) se encuentra con innumerables personajes de la historia rusa mientras se pasea por el majestuoso museo Hermitage de San Petersburgo. Filmada la noche del 23 de diciembre de 2001 por Tilman Büttner, la película tal y como la conocemos existe gracias al éxito del cuarto (y forzadamente último) intento. Estrenada en el marco de la Sección Oficial de Cannes, este peculiar drama histórico bellamente ambientado fue todo un éxito de crítica, si bien gran parte del público no especializado la encontró sumamente aburrida. Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia) (Alejandro G. Iñárritu, 2014). Tras leer el guion, el gran Emmanuel Lubezki —clave de la magia de El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011)— pensó que se encontraba ante la típica película que no le gustaría hacer: ni la comedia, ni el estudio y ni las tomas largas le atraían lo más mínimo. Sin embargo, cambió de opinión tras una larga discusión con Iñárritu (y tras recibir la bendición de Rodrigo Prieto, colaborador habitual del cineasta al que pasó a sustituir). El resultado fue el plano secuencia más famoso de la historia, si bien, curiosamente, es todavía más falso que el presentado por La soga, contribuyendo empero la tecnología digital (así como el gran trabajo de los montadores, Douglas Crise y Stephen Mirrone, y el etalonador Steve Scott) a disimularlo mejor. De todos modos, las películas no se juzgan por el rodaje, sino por el resultado, y ciertamente esta obra está narrada en un único plano secuencia verdaderamente apasionante en el que el espléndido reparto encabezado por Michael Keaton, Edward Norton y Emma Stone y el evocador carácter atmosférico del sonido conforman una experiencia que difícilmente dejará a alguien indiferente. Pretenciosa, eso sí, como ella sola, la película sigue a un célebre superhéroe que trata de dar un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway. Tan intensa reflexión sobre los triunfos y los fracasos de la vida conquistó poco a poco a la Academia por encima de la mucho más sencilla (y superior) Boyhood, filmada durante doce años por Richard Linklater. Hablar (Joaquín Oristrell, 2014). Desde la Plaza de Lavapiés hasta la Sala Mirador, el realizador barcelonés de Sin vergüenza (2001) y Va a ser que nadie es perfecto (2006) se lanzó a filmar veinte historias relacionadas con la propia comunicación durante 75 minutos. Pese a deslumbrar en el Festival de Málaga, la película pasó bastante desapercibida, quizá porque, más allá de la fascinante propuesta, tanto los diálogos como las situaciones resultaban a menudo poco ingeniosos (incluso forzados, pese a la naturalidad del reparto). Victoria (Sebastian Schipper, 2015). Rodada en un único (y verdadero) plano secuencia nocturno en el famoso barrio berlinés de Kreuzberg, esta interesante cinta sigue durante 140 minutos a una joven española (fantástica Laia Costa) cuya vida da un giro entre las cuatro y las seis de la mañana tras dejarse llevar por la libertad de encontrarse sola en un país ajeno. Aunque para libertad, la del propio rodaje, donde abundó la improvisación a partir de las 12 páginas de guion de Olivia Neergaard-Holm y el propio Schipper. Entre el romance y el thriller, la película puede gustar más o menos, pero la puesta en escena está por completo justificada al dotar a la historia de una dimensión de la que carecería plenamente de haberse rodado de otro modo. Así, el frenético plano secuencia contribuye enormemente a la identificación del espectador con Victoria, así como a la constatación de cómo un par de decisiones (y de horas) pueden poner nuestra existencia patas arriba. La fotografía de Sturla Brandth Grøvlen encandiló a la Berlinale, que otorgó al film un premio por su “contribución artística sobresaliente”, obteniendo la cinta seis premios Lola de la Academia Alemana y tres candidaturas a los Premios de Cine Europeo.
![]() ![]() ![]() Re: películas clave narradas en un único plano secuenciaGracias pp4 interesante como todo lo tuyo. Yo soy muy fan de La Soga que es de la de menos prestigio del maestro Sir Alfred, pero a mi me hizo disfrutar muchísimo.
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