Danielle Darrieux fue una gran actriz que, una vez aprendido el oficio en insignificantes películas, llegó a dominar tanto el drama como la comedia. No era guapa como Michéle Morgan, pero su mirada sabía transmitir ironía, sensualidad y dolor. De irregular filmografía, estuvo magnífica en "Rojo y negro", modélica adaptación de Autant-Lara del clásico de Stendhal. Se zampó a Deneuve y D'Orleac y cantó ella misma, en "Las señoritas de Rochefort de Jacques Demy. Fue la actriz favorita del gran Max Ophüls - ver dossier en Exploradores - que le regaló su mejor personaje en la impresionante obra maestra "Madame D" correspondiendo al maestro con una interpretación que, por si sola, bastaría para hacerla inmortal. De sus coqueteos en Hollywood, me quedo con la condesa arruinada de "Operación Cicerón" - Joseph L. Manckiewicz, quizá el mejor film de espionaje nunca rodado - en la que plantó cara al mismísimo y eminente James Mason. Yo la adoraba.