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El cine español durante el franquismo

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desquicio
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Re: El cine español durante el franquismo

Mensaje por desquicio »

luzbel escribió:Sin pretensión de ser exhaustivo
Pues menos mal que no has sido exhaustivo, macho, porque no veas los tochos que nos metes y con los cuales nos deleitas y que yo, personalmente, te agradezco muchísimo.

Saludos.

Desquicio.
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luzbel
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Re: El cine español durante el franquismo

Mensaje por luzbel »

Capítulo 8

La Escuela de Barcelona

Diálogo imaginario entre un representante del llamado Nuevo Cine Español (ya sabéis, Saura, Picazo, Camus, Fons....) y otro de la Escuela de Barcelona (Esteva, Durán, Portabella.....)

- ¿Are you mesetario?
- ¡¡Mande!!
- I'm sorry

En este caso no cabe hablar de relaciones entre Italia y España sino entre Francia y la España todavía franquista. La Escuela de Barcelona gozó de una ambiciosa promoción industrial y conviene ante todo explicitar y relacionar los varios factores que convergieron en su aparición y propiciaron su boga durante un tiempo determinado.

1) La mayoría de sus componentes no son catalanes o no están vinculados a la cultura catalana, por lo que no cabe hablar de nacionalismo alguno. Jóvenes pertenecientes a la burguesía, les ha sido fácil – debido a la proximidad geográfica de Francia – seguir el fenómeno cinematográfico francés, sobre todo el movimiento de la nouvelle vague. Atraídos por su modernidad, desvinculados de la cultura vernácula y, por otra parte, con escaso conocimiento y sin apenas conexión con el resto del país, han renegado en bloque del cine mesetario y juzgado como una rémora su problemática social, despachando comúnmente lo castellano con la etiqueta de provinciano.

2) Aprovechando la oportunidad del ucase lanzado por Cahiers du Cinéma contra el cine social en particular y el cine comprometido en general, se empezaron a producir (abundaba la autofinanciación) películas según la moda de la nouvelle vague, presentándolas como una oposición, como un desafío, a la burguesía española. Con esta medida hábil se consiguió un doble objetivo: provocar el escándalo en el interior (solo en cinelandia, evidentemente) y despertar el interés en el exterior (esto último al socaire de declaraciones programáticas con escasa o ninguna relación con tales películas).

3) Ante el interés de la Administración por fomentar una “nueva ola” española, se estructuró y organizó comercialmente el movimiento, pronto bautizado con el nombre de Escuela de Barcelona, sentando con plena consciencia un equívoco político-cultural: se presentaba, en efecto, como un cine catalán por excelencia, desvinculado en todos los órdenes del castellano, y realizado por hombres que no habían cursado los estudios en la E.O.C.

4) A despecho de la imagen opositora con que se quiso revestir, su divulgación no representa peligro alguno cara al interior del país y en cambio puede ser enviado, oficialmente, a los Festivales para su promoción. Cuando su comercialidad se revela dudosa, se utiliza para surtir de material a las Salas de Arte y Ensayo o Especiales.

Los cineastas de la Escuela de Barcelona (Escuela, escola, école, school)

Jacinto Esteva Grewe se adscribe en sus comienzos a una línea social comprometida con el cortometraje “Notas sobre la emigración” (1962) seguido de otros dos en el mismo año, “Picasso” y “Alrededor de las salinas”. En 1965 funda Filmscontacto y dirige un primer largometraje muy interesante “Lejos de los árboles”, registro documental de una serie de aspectos españoles asaz variados y prácticamente inéditos sobre un común denominador de violencia; algo así como el reverso del slogan turístico “Spain is different”. Luego, en colaboración con Joaquín Jordá, el film emblemático (que no el mejor) de la Escuela, “Dante no es únicamente severo” (1967), “Despues del diluvio” (1968), “Metamorfosis” y “El hijo de María” (1971). Fallece prematuramente en 1985.

Carles Durán, diplomado en el I.D.H.E.C. de Paris es el autor de “Cada vez que…” (1967), a juicio del gran José Luis Guarner (en mi discutible opinión el mejor crítico/cronista cinematográfico que ha tenido este país) la mejor obra cinematográfica del movimiento que nos ocupa, “Liberxina 90” (1970)……

Vicente Aranda da comienzo a su carrera en 1964 con “Brillante porvenir", codirigida por el gran historiador del cine Roman Gubern y probable de emparentar (aunque mediocre) por su temática con el “Nuevo Cine Español” de los Saura, Picazo, Fons, Camus, Patino etc. “Fata Morgana” (1965) y “Las crueles (El cadáver exquisito), 1967) marcan un cambio de estilo que le recaban la consideración de miembro de la Escuela. Su filmografía – abundante – posterior que llega hasta nuestros días le consagrará como un artesano apto lo mismo para un barrido que para un fregado y, habitualmente, con resultados lamentables. Tuvo claro que con los films adscritos a la Escuela no iba a ganar mucho dinero. Con los de "El Lute" sí. Tiene sus fans.

Pere Portabella realiza en 1967 el cortometraje “No contéis con los dedos” sobre guión del poeta Joan Brossa, al igual que su primer largometraje, la insufrible “Nocturno 29” del año siguiente. Es un superviviente que ha evolucionado favorablemente, como demuestra la muy estimulante “El silencio antes de Bach” (2007)

Aún no perteneciendo estrictamente a la Escuela de Barcelona, cabe citar por su experimentalismo al asturiano Gonzalo Suárez de “Ditirambo” (1967), “El extraño caso del dr. Fausto” (1968) y “Aoom” (1969). El portugués José María Nunes, recientemente fallecido, de “Noches de vino tinto” (1966) y “Biotaxia” (1967), ambas ridículas. El Ricardo Bofill – sí, el arquitecto – del corto “Cercles” (1967), el Jaime Camino de “Los felices 60” (1963) y “España otra vez” (1967) tan bienintencionadas como frustrantes y el Jorge/Jordi Grau de la excelente “Una historia de amor" (1966) acaso la mejor interpretación de una de las musas del grupo, la fascinante Serena Vergano. Otras fueron Romy y Teresa Gimpera. Grau proseguiría su trayectoria, lejos ya de la escuela, en la misma dirección que Aranda aunque con resultados aún peores. Tambien tiene sus fans. En "La trastienda" mostró el primer desnudo integral femenino en la presencia de la poco recordada y muy guapa, Maria José Cantudo. Tampoco carece de seguidores.

Qué permanece de todo ello a 2014. Prácticamente nada. Si acaso los notables documentales de Joaquin Jordá, los empeños posmodernistas de Potabella. El resto ha caído en el más absoluto olvido. Me parece justo aunque convendría revisar “Dante no es únicamente severo”, “Lejos de los árboles”, “Ditirambo”, “Cada vez que…”, “Las crueles” e “Una historia de amor”. La Escuela tiene un claro heredero en la figura del indescriptible y provocador Albert Serra.

Este texto ha consultado, pero no copiado, mi recopilación de críticas del gran José Luis Guarner, en su día máximo valedor de la Escuela de Barcelona.
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